miércoles, 29 de abril de 2015

Mafalda educando a la sociedad

Durante las últimas décadas, Mafalda, la niña argentina creada por Quino, ha educado al mundo con ingenio y humor. Aquí les comparto un análisis de una de sus historietas y un pequeño texto que ilustra su temática.



                                                      

1.    El tema que puede apreciarse en la historieta es el de la cultura, puesto que el autor trata de concientizar a los lectores acerca de las empresas o vendedores que intentan aprovecharse de las personas para vender productos que resultan innecesarios, y cuyo único objetivo es generar ingresos a los empresarios que las producen. Esto se evidencia cuando Mafalda hace la pregunta “¿Sirve para lavar conciencias?” puesto que quiere dejar al descubierto al vendedor, cuyo propósito principal es ganar dinero. 

2.    La intención de la historieta es evidenciar el materialismo y el afán de ganar capital por parte de empresas o vendedores, cuyo único interés es ofrecer un producto que genere ingresos económicos, pero que no satisface o es innecesario para la gente que la compra. Lo anteriormente mencionado puede evidenciarse en la vida real con la venta de automóviles. Hoy en día hay muchos modelos y marcas para escoger, cada una con diferentes características que le otorgan un valor agregado: aire acondicionado y controles automáticos. Sin embargo, todas estas ventajas tienen como objetivo aumentar el valor del producto, y que a largo plazo resultan ser innecesarios, puesto que el propósito de un automóvil es movilizar a las personas, y no servir como una habitación de lujo.

3.   LAS AUDICIONES DE LA CONCIENCIA
Mafalda y su madre se sentaron detrás de la gran mesa de caoba. Ambas estaban vestidas con sus mejores galas, puesto que la invitación que recibieron del alcalde no podía tomarse a la ligera. Después de años luchando contra la ignorancia y denunciando la corrupción, la pequeña argentina tenía la oportunidad de presidir un comité cuyo objetivo era encontrar un vendedor honesto, que sería elegido gerente de una empresa de electrodomésticos.
No sería una tarea fácil. Mafalda se levantó y miró por la ventana, observando con asombro la gran fila que se extendía ante sus ojos. Había personas de todos los tamaños y colores: altos, bajos, con trajes elegantes y cabellos rubios, castaños e incluso rojos. Había quienes llevaban un maletín lleno de papeles y también estaban los que no traían consigo nada en absoluto.
Eran las seis en punto de la mañana. La campana de una iglesia sonó en la lejanía, y las puertas de la alcaldía se abrieron de par en par. El primer candidato, un hombre de baja estatura, y una corbata roja, dio un paso al frente. Depositó su maletín encima de la mesa, lo abrió, y extrajo un elaborado documento. “Aquí en mis manos tengo el contrato del nuevo horno casero Hornex-700. Si aceptan, nueve unidades estarán listas la próxima semana”, dijo el empresario, al tiempo que mostraba una foto de su producto, la cual Mafalda examinó con sumo cuidado y luego preguntó: “¿Y qué ventajas les traería a los argentinos?” Un incómodo silencio le siguió a la interrogante. Un minuto después, la madre de la niña despachó al hombre.
Como la pequeña argentina pudo comprobar, entre los candidatos había empresarios importantes y elegantes, pero también se podía contar gente humilde, dueños de pequeños negocios que venían a probar suerte. Y el próximo en entrar fue uno de ellos. Su pantalón raído y su viejo sombrero de paja delataban su origen. Pero su ánimo era muy diferente. Una amplia sonrisa le iluminaba la cara, caminaba erguido y mostraba una gran confidencia. Sus manos estaban vacías, pero eso no impidió que se parara al frente de la mesa del jurado con serenidad. Su discurso fue un tanto breve, pero muy elocuente: “No tengo dinero o una oficina lujosa. Tampoco poseo muchos empleados, pero esta cafetera que vengo a ofrecerles cumplirá con todas sus expectativas. Es pequeña, rápida y segura”, expuso el hombre con un tono de seguridad en su voz. “¿Y qué tenemos que darte a cambio?”, inquirió la madre de Mafalda. “Por el bienestar de mi pueblo, hago lo que sea”, respondió.
Y sin perder ni un solo segundo, la niña se puso en pie y exclamó: “Y por un empresario como usted, yo haría lo que fuera”.    

Referencia (imagen):

http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/10969280/Mafalda-Las-mejores-Tiras.html


     

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